Los niños se enfrentan a la vida con los ojos abiertos e interpretan las cosas desde su propio punto de vista, sin dejarse llevar por convenciones y prejuicios. Esta actitud es muy positiva también para los emprendedores, puesto que contemplar el mercado y a la competencia con otros ojos puede ayudar a encontrar ideas nuevas y revolucionarias, que son también la simiente del éxito.
La curiosidad de los niños no tiene límites, como tampoco debería tenerla la de los empresarios. Para triunfar en el mundo de los negocios, hay que recopilar constantemente nuevas ideas y teorías, estar pendiente de lo que hacer la competencia, y desarrollar las mejorar soluciones empresariales para la propia compañía.
En lo que a creatividad se refiere, los niños no tienen rival. La misma creatividad que despliegan los más pequeños en todo lo que hacen debería ser desplegada también por los empresarios. Al fin y al cabo, la creatividad genera innovación, clave para triunfar en el mundo de los negocios.
Para los niños, cada nuevo contacto es un amigo potencial. Aunque es difícil mostrarse tan sociable como un niño, en el mundo de los negocios la capacidad de relacionarse con otras personas es clave, tanto a la hora de encontrar nuevos socios o inversores como clientes.
Para los niños no hay nada imposible. En su camino sólo se interponen obstáculos, que no tienen miedo de sortear. En el camino hacia el éxito empresarial, hay también muchos obstáculos, que deben ser contemplados como lo que son y no como barreras infranqueables.
Cuando se topan con un problema, los niños utilizan los recursos que tienen a su alcance, aunque sean limitados, para resolverlo. Un empresario en apuros debería adoptar también este proceder. Si no tiene, por ejemplo, dinero para alquilar una oficina, puede adoptar la decisión de trabajar desde casa, aunque sea manera temporal.
Un niño no puede sobrevivir por sí solo. Necesita para ello la ayuda de sus padres, al igual que un empresario necesita también la ayuda de sus socios, sus trabajadores y sus clientes para salir adelante. Una empresa, al igual que un niño, no es nada sin la ayuda de otras personas.
Los niños viven despreocupadamente. Hay cosas que les gustan y otras que no y no tienen problema a la hora de mostrar sus preferencias. Igualmente, para dar nuevos bríos a una empresa, a veces se necesita también una buena dosis de sinceridad y honestidad.
Al igual que los niños, los empresarios no deberían tener miedo de cometer errores. A veces los errores son, de hecho, la antesala del éxito, de modo que ¿por qué no equivocarse de vez en cuando?
En el camino hacia el éxito empresarial, el dinero no es el único factor clave. Al fin y al cabo, ¿de qué sirve tener dinero si no hay motivación y alegría en el trabajo?
Al igual que los niños, los empresarios no pueden permitirse el lujo de aburrirse. Deben estar permanentemente buscando nuevos desafíos y proyectos.
Una aventura empresarial implica siempre riesgos, pero quien no arriesga no gana. Al igual que los niños no tienen miedo de caerse cuando aprenden a montar en bicicleta, los empresarios deben sacar adelante sus proyectos sin detenerse por los obstáculos que puedan encontrar en el camino.